martes, 7 de julio de 2015

El no asumir los errores

Que difícil es para todos los seres humanos decir: "Me equivoqué". En ocasiones no entiendo por qué nos cuesta tanto aceptar que hicimos algo mal. Trato de encontrar en mis propias experiencias diarias el por qué y no lo encuentro. Yo, soy uno más de esos que detesta equivocarse. Si me preguntaran qué es lo que más le molesta en la vida. Diría que es equivocarme. Detesto que algo me salga mal, que no ocurra de la forma que lo pensé o lo esperaba. Quizás porque soy un idealista y pienso que el mundo tiene que ser como yo pienso. Más de una vez he negado mis errores. He intentado minimizarlos y hasta dejarlos atrás. Difícilmente he podido aceptarlos. Dicen que equivocarse es de humanos, sin embargo, ¿por qué es tan fácil para nosotros perdonar un error?. Si sabemos que somos vulnerables a equivocarnos, ¿por qué nos cuesta tanto aceptar que a veces las cosas se salen de nuestro control?. No debemos, no podemos y tampoco tenemos la necesidad de ser perfectos. La perfección no existe. Sino fijémonos en lo que nos rodea. ¿Hay algo perfecto a su alrededor? Pues, no. Las paredes tienen fisuras, los pisos tienen rayones, la pintura tiene algunas marcas. Todo lo que nos rodea es imperfecto. En ocasiones la imperfección es lo más perfecto que hay. De los errores nacen los aciertos. Del fracaso nace el éxito. El error es solo una puerta por la que tenemos que pasar todos en algún momento. Pero no es lo mismo, cuando lo asumimos que cuando lo negamos. Negar el error no lo convierte en un acierto. Al contrario, negar el error, es multiplicar el error. Porque cuanto más tratemos de no aceptarlo, más nos perseguirá él en nuestra vida. Sé que cuesta. Cuesta un montón. Pero es necesario, ver en qué cosas nos hemos equivocado para no seguir el círculo vicioso de la negación del error. Yo, debo admitir que he cometido muchos errores. La mayoría de ellos porque no doy mi brazo a torcer. He necesitado aprender con mi propia experiencia, muy a pesar, de todas las advertencias de mis seres queridos. Aún así, debo decir que hay errores de los que somos más conscientes que de otros. Hay errores que sabemos que cometemos y nos negamos rectificar por un asunto de orgullo. Pero también hay otros que nos persiguen inconscientemente. Reconocer el error es darse cuenta de qué cosas hacemos para sabotear nuestra vida. Qué elecciones tomamos y por qué las tomamos. A veces, los errores no son simples cosas que hacemos en nuestra vida cotidiana, a veces el error, no es solo el haber hecho o no, tal o cual cosa. A veces el error pasa más por el plano del pensamiento. Cargar con el pasado, vivir en el reproche o desde la culpa, en lugar de aceptar que no podemos cambiar el curso de las cosas. Cuando algo nos sale mal, inmediatamente nos frustramos. Pero no vemos más allá. No entendemos cuál es la cadena de hechos que nos ha llevado a ese momento. Si entendemos dónde se originó el error, lo aceptamos y lo asumimos, ya con eso habremos avanzado la mitad del camino. Lo que pase de allí en adelante depende sólo de nosotros. No le tengamos miedo a esas dos palabras que nos parecen terribles. Me equivoqué. Es mejor aceptarlo, porque no hacerlo es equivocarse dos veces.